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domingo, 29 de marzo de 2015

El Sacapuntas



Carlitos era un buen estudiante y un niño de buenas costumbres. Un día vio que a otro niño se le caía el sacapuntas, y rápido se apresuró a recogerlo para entregárselo al niño. Pero cuando lo vio en su mano dijo: ¡es el sacapuntas más bonito que he visto! ¡Tiene unos dibujos y colores tan bonitos! De manera que Carlitos dejó al niño marchar, convencido de que le vería al día siguiente para devolverle el sacapuntas.

Cuando Carlitos llegó a su casa, observó con más cuidado el sacapuntas, y cada vez le gustaba más ¡Es que es tan bonito!

Entonces decidió probarlo: ¡Qué bien saca la punta de mis lápices!

Durante la cena, Carlitos dejó el sacapuntas en su mano y le preguntó a su mamá:
Si yo encuentro algo en la calle, ¿puedo quedármelo, verdad?
Solo te lo puedes quedar —contestó la madre sabiamente—, si no hay forma de devolvérselo a su dueño.
¿Y si yo lo necesito? —Preguntó Carlitos— ¿Es justo que lo devuelva?

—Para saber si algo es justo o no —dijo la madre calmadamente—, lo que tenemos que hacer es ponernos en el lugar de la otra persona. Por ejemplo, supongamos que alguien se queda con tu compás en la escuela y una niña lo encuentra…
¿Mi compás nuevo? —interrumpe Carlitos, alarmado.
Sí, tu compás nuevo —continúa la madre— ¿Verdad que no sería justo que la niña se quedara con tu compás aunque lo necesitara?
No —Dijo Carlitos con decisión.
Ponerse en el lugar de la otra persona —explica la madre—, se llama empatía. Y devolver algo que no es de uno, se llama honestidad. Siempre que no estés seguro de si algo es justo o no, usa la empatía y la honestidad.

Y Carlitos se dio cuenta de que había obrado mal y devolvió el sacapuntas a su dueño orgulloso de sí mismo.